8.2.07

Uno, Dos, Tres

Hace escasas semanas que terminaron las fiestas navideñas y ya puedo comunicaros que ya tengo mi clásico navideño. Emulando a los americanos que cada navidad tienen como rito anual sentarse a gozar de ¡Qué bello es vivir! (Fank Capra, 1946), yo me he propuesto convertir Uno, dos, tres (Billy wilder, 1961) en el mío. Aunque su argumento nada tiene que ver con estas fiestas (a diferencia de la primera), he sentido el deseo de que así sea. Lo mismo podría sucederme con cualquier película de este magnífico director pero las demás las vi antes de este invierno; quizá en semana santa me proponga repetir con otro film…
Uno, dos, tres se enmarca en plena guerra fría y se sitúa en el Berlín Occidental, pero no es para nada un drama bélico/histórico. Cuenta como un alto directivo de Coca-cola, C.R. MacNamara (James Cagney), recibe el encargo de cuidar de la hija de su jefe durante una de sus visitas por Europa. Ésta acaba casándose en secreto con un activo comunista y al momento recibe la noticia de que su jefe en persona viaja hacia Berlín para ver a si hija. A partir de este momento la historia se descontrola porque tiene un día para convertir al bolchevique en todo un aristócrata capitalista.
Casualmente la antes mencionada ¡Qué bello es vivir! , que ahora representa el modelo de pensamiento conservador típicamente norteamericano, fue investigada por el FBI porque según ellos podía ser un “alegato comunista encubierto” al representar James Stewart , su protagonista, la exaltación de la defensa del poder del individuo frente a los malísimos capitalistas.
Volviendo a nuestro clásico, la película de Wilder hilvana una historia tan real como la vida misma y por ello tan absurda. No solo se mofa de unos y otros (tanto los comunistas como los capitalistas se presentan como cortos de sesera y fácilmente manipulables) sino que pega un buen patadón a la (entonces) actual guerra fría y se ríe de la influencia política en el ser humano. Todos los personajes tienen sus ideas o ideales que tratan de sostener pero que caen en cuanto se ven apurados: MacNamara con su jefe, éste con la hija, ésta con el bolchevique… Todos desean algo y para ello debe arriesgar lo que tienen o en lo que creen. El dilema en muchos de los casos de lo sentimental sobre lo racional. El activo comunista debe renunciar a sus ideales para conseguir su amor. MacNamara no debe obsesionarse con su trabajo si no quiere perder a su esposa. Parece que Wilder quiera mostrarnos que los extremos son nocivos para el hombre.
Quizá todo esto suene a una película un poco densa, nada que ver. O si. Las películas de Wilder tienen esa magia, ese toque irónico que tanto le caracteriza. Heredado en buena parte por su mentor Ernst Lubitsch con el que colaboraba como guionista antes de empezar su carrera como director. Mención merce el co-autor de este guión I.A.L. Diamond que acompañó al director desde El crepúsculo de los dioses (1950) hasta su último film Aquí un amigo (1981). Esta es una de esas películas que se termina en un suspiro si se le coge cariño a los personajes (algo para lo que Billy Wilder también es un genio). La música aporta,a su vez, velocidad y vibración a la película con el tema “La danza del sable” de Aram Khachaturian.
Se podrían relatar las mil maravillas de este director pero prefiero dosificarlo en sucesivos análisis de sus películas que siempre tendrán un lugar preferente en mi blog. Espero que a partir de ahora cada navidad veáis Uno, dos, tres… Feliz año!

22.12.06

Y si no,nos enfadamos.


Si tuviese que escoger una película que representase a todas las demás películas de Bud Spencer (Nápoles, 31 de Octubre de 1929) y Terence Hill (Venecia, 29 de Marzo de 1940), ésta sería "Y si no, nos enfadamos"(Marcello Fondato,1974). En apenas 90 minutos se recogen todos los gags y situaciones cotidianas de esta pareja, que se irían repitiendo en el resto de sus films. Hay tortas a mansalva (con un personaje que siempre acaba humillado más que el resto), unos malos de risa (véase al padrino o Paganini el asesino de mirada de hielo, interpretado por el actor extremeño Manuel de Blas, visto recientemente vestido de monje en "Los fantasmas de Goya") y en contrapartida unos buenos muy buenos (la chica trapecista de la que se enamora el personaje de Terence Hill y el ayudante del taller de Bud Spencer, interpretado por Luís Barbero, habitual de las series de TV españolas y recordado por su último trabajo, el amigo del abuelo de Chechu en "Médico de familia"). También tienen cabida en esta película las típicas discusiones Spencer/Hill que tratan de hacernos temer por el buen curso de su amistad o su objetivo, nunca demasiado trascendente (en este caso un “cochecito” como lo llama Bud Spencer). Por fortuna siempre encuentran una forma agradable de dirimir sus diferencias, aquí con el método de jugárselo a cervezas y salchichas. La forma en que se involucran en la historia suele ser siempre de forma accidental. Hasta el momento en que se enfadan. Las peleas multitudinarias (todos contra ellos) suele ser lo más recordado de esta pareja. En ellas se hace uso de unas herramientas que ahora pueden verse como “cutres” (efectos de sonido, cámara rápida, cortes y empalmes de metraje…), pero que no dejan de tener su propia identidad y por ende una personalidad que las hace únicas. Como en esta ocasión estas trifulcas se toman tanto a la ligera que se convierten en una fiesta (la pelea entre los globos). Bud Spencer es la fuerza bruta contenida y Terence Hill el nervio y el vacilón. El primero es gracioso sin quererlo y el segundo lo busca. No hay muertes ni sangre, todo se resuelve a mamporro limpio (hay un momento en el que Terence Hill afirma aburrirse cuando empiezan los tiros) y los maleantes son castigados ejemplarmente.
Las películas de la pareja son las siguientes:
· “Tu perdonas, yo no" (1967)
· “Los cuatro truhanes”(1968)
· "La colina de las botas" (1969)
· "Le llamaban Trinidad" (1971)
· "Le seguían llamando Trinidad" (1972)
· “El corsario negro”(1972)
· “Más fuerte muchachos”(1972)
· "Y si no, nos enfadamos" (1973)
· "Dos misioneros" (1974)
· "Dos superpolicías" (1976)
· "Par impar" (1978)
· "Estoy con los hipopótamos" (1979)
· "Quien tiene un amigo, tiene un tesoro" (1981)
· "Dos super esbirros" (1983)
· “Dos super dos”(1984)
· “Dos super policias en Miami”(1985)
· “Y en nochebuena se armó el belén”(1994)

En la actualidad ambos continúan con su faceta de actores por separado y de forma más discreta.
Lo último de Bud Spencer han sido las producciones italianas “Padre Speranza” en 2005 y "Cantando dietro i paraventi" en 2003.
Terence Hill continúa rodando la serie “Don Matteo” desde el año 2000 y acaba de terminar el telefilm "L' Uomo che sognava con le aquile" (2006).
¿Alguien apuesta por una nueva película de ambos antes de que sus carreras lleguen a su fin? Yo si.

20.12.06

Ray Harryhausen y el vellocino de oro



¿Quién no tiene clavados en la retina a los truculentos esqueletos de Jasón y los argonautas? ¿O a la malparada medusa de Furia de titanes? ¿O a la estatua de seis brazos con sus seis sables de El viaje fantástico de Simbad? Pues todas estas criaturas fueron concebidas por un artista que trabajó en distintas producciones fantásticas y de aventuras, y cuyo nombre quizá no sea muy popular, pero que desarrolló un estilo propio y realizó una gran aportación al cine. Éste no es otro que Ray Harryhausen (29 de Junio de 1920, Los Ángeles).
Su universo particular se diferencia con toda claridad de cualquier otro tipo de “efecto especial”. Pensemos en un momento en la película original de King Kong ( Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper, 1933), con unos efectos especiales a cargo de Willis O’Brien (que fue su más grande fuente de inspiración tras ver esta película), éstos pueden darnos una primera aproximación de lo que Harryhausen desarrollaría durante toda su carrera.
Pues ni corto ni perezoso se lanzó al estudio de la fotografía, la escultura y, más tarde, la dirección artística y la dramaturgia. A principios de los cuarenta trabajó en una serie de cortometrajes de animación llamados The Puppetoons (que según dicen inaugura la animación tridimensional en los USA ). Tras intervenir en la Segunda Guerra Mundial, le llega la gran oportunidad de trabajar con el propio Willis O’Brien en lo que puede considerarse una segunda parte de King Kong con un tono más familiar: King Kong, El gran gorila ( Mighty Joe Young, Ernest B. Schoedsack, 1949).
A partir de este momento comienza la andadura de Harryhausen por el mundo del cine, tanto como responsable de los efectos especiales, como productor, ayudante de realización e incluso guionista (nunca acreditado). Podemos dividir su filmografía en dos vertientes: la Ciencia Ficción y la Aventura Fantástica.
En cuanto a Ciencia Ficción encontramos:
· El monstruo de tiempos remotos (The Beast from 20.000 Fathoms. Eugène Lourie, 1953), It Came from beneath the sea (Robert Gordon, 1955), Earth vs. the Flying saucers (fred Sears, 1956), Twenty Millions Miles to Earth (Nathan Juran, 1957), La isla misteriosa (Mysterious Island. Cy Endfield, 1961) y La gran sorpresa (The first man in the moon, Nathan Juran, 1964).

Si hablamos de Aventura Fantástica:
· Simbad y la princesa (The Seventh Voyage of Sinbad, Nathan Juran, 1958), Los viajes de Gulliver (The Three Worlds od Gulliver. Jack Sher, 1960), Jasón y los argonautas (Jason and the Argonauts. Don Chaffey, 1963), The Valley of Gwangi (James O’Connelly, 1968), El viaje fantástico de Simbad (The Golden Voyage of Sinbad. Gordon Hessler, 1973), Simbad y el ojop del tigre (Sinbad and the eye of the tiger. Sam Wanamaker, 1977) y Furia de titanes (Clash of the Titans. Desmond Davis, 1981).
Harryhausen creó su propio universo combinando diversos aspectos mitológicos, pero en su mayor parte los de la mitología griega y Las mil y una noches, y éstas a su vez combinadas entre sí para crear una fusión de criaturas míticas (un cíclope-minotauro, un grifo medio león medio águila…). Este es el mayor encanto de sus producciones, basadas en un gusto imaginativo propio y una épica constante, que desarrollan todas las características propias de la aventura fantástica sin desentonar con la inclusión de su universo personal. No son producciones que buscan innovar técnicamente o visualmente dentro de la historia del cine, pero sí que lo hacen en cuanto a concepciones estéticas, mentales o imaginativas. Algo que le funcionaria a la perfección a George Lucas para su Star Wars y todo lo que surgió después.
“Ojalá hubiese sido un hombre de negocios tan bueno como George Lucas. Yo estaba tan metido en las películas que olvidé el tema económico. Todos los derechos de mis películas están en manos de productoras; aún así de vez en cuando me llega un poquito de dinero. Pero si hubiera sido más cuidadoso en el pasado, ahora sería un playboy rico viviendo en la Riviera Francesa”.
Su técnica (un sistema propio de efectos especiales llamado Dynarama) se iniciaba con el dibujo de los bocetos que posteriormente se convertían reducidas figuras de yeso y se animaban mediante el procedimiento Stop Motion. Para esto se debía animar la figura fotograma a fotograma (24 veces por segundo) para luego insertarla en la película ya filmada mediante distinto efectos ópticos. En los tiempos que corren sus efectos no tendrían cabida, ahora tienen el aspecto de una película de serie B, los efectos digitales que tanto se asemejan a la realidad les han quitado el puesto. Por eso mismo ahora los valoro mucho más. El efecto digital no es mágico. Por asemejarse tanto a la realidad pierde todo encanto irreal que es la base de la fantasía. Incluso los movimientos fluidos que vemos actualmente en las pantallas de cine dejan de ser cine propiamente dicho para ser realidad (recordar como se movían los esqueletos de Jasón y los argonautas). “El Stop Motion confiere a la fantasía la apariencia de un sueño. Si la fantasía parece real, estás matando su esencia”( Ray Harryhausen, Filmfax nº 38).O como diría Roger Ebert en un artículo sobre El mago de Oz (George Cukor, 1939) “Los efectos especiales modernos muestran exactamente lo imaginativos que pueden llegar a parecer; los efectos de entonces mostraban lo que pensábamos de ellos”(Roger Ebert, Las mejores películas. Vol.1).
Al finalizar Furia de titanes empezó a considerar que los tiempos habían cambiado: el cine se convertía cada vez más en un negocio, los gustos del público variaban según la moda y sus trucajes se veían cada vez más obsoletos con el cine digital. Así, renunció a varios proyectos entre los que se cuentan una nueva película de Simbad, La Odisea o La divina comedia. “Harryhausen desde entonces robustece más y más su condición de intocable mito del cine. Como suele ocurrir, a menor trabajo mayor reputación” (Carlos Aguilar, La espada mágica).
Quizá cuando Harryhausen muera (se merece la inmortalidad) se gane algún tipo de premio honorífico (le fue entregado ya el Gordon E. Sawyer Award por toda su carrera y tiene una estrella en el paseo de la fama) o tan solo un articulo de prensa o quizá un par de minutos en televisión… sea lo que sea nunca podremos devolverle con suficiencia todo el trabajo que nos ha legado. Harryhausen es un niño grande que reflejó su forma de ser en un juramento que realizó con su buen amigo el escritor Ray Bradbury “Prometemos que nunca nos haremos mayores y siempre amaremos los dinosaurios”.